Época: América 1550-1700
Inicio: Año 1550
Fin: Año 1700

Antecedente:
La economía de las colonias
Siguientes:
Las técnicas extractivas
La mano de obra
La producción



Comentario

La búsqueda de minas de oro trajo de cabeza a los conquistadores españoles, que recorrieron por ello el mapa americano de arriba abajo. Paradójicamente no se encontraron hasta tardíamente, avanzada ya la colonización. Lo que sí hallaron fueron algunos placeres auríferos y, sobre todo, minas de plata: las de Sultepec y Zumpango (1530) cerca de la capital mexicana, Taxco y Tlapujahua (1534), Espíritu Santo y otras en Nueva Galicia y Porco (1538). Pero la gran minería no se inició realmente hasta casi mediados del siglo XVI, cuando apareció la plata en Potosí (1545), Zacatecas (1546), Guanajuato (1550), Pachuca (1552), Castrovirreina (1555), Sombrerete (1558), Santa Bárbara (1567), etc. y el oro neogranadino (Antioquia), quiteño (Zaruma y Tomebamba), peruano (Carabaya) y chileno (Confines, Quilacoya, Choapa, Maipo).
Las minas estaban, por lo común, en zonas marginales a la colonización, planteando infinitos problemas para su explotación. Las de Zacatecas, Sombrerete, Parral, etc. estaban muy al septentrión de México y en unos territorios áridos, donde no vivían más indios que los bárbaros y seminómadas Chichimecas, que se dedicaban a atacar a quienes penetraban en sus dominios. Para poner en producción aquel norte minero fue preciso organizar un puente terrestre desde México (jalonado de presidios y de misioneros que trataban de evangelizar a los paganos) por el que se trasvasaron mineros, trabajadores, comerciantes, alimentos, vestidos, herramientas y materias primas. En Zacatecas vivían, en 1570, unos 300 españoles y 500 indios traídos del centro de México, rodeados de chichimecas. El caso del Perú no fue mucho mejor. La gran mina del Potosí estaba a 4.700 metros de altura, en pleno páramo andino, donde no había animales, ni casi vegetales. Para explotarla, se pusieron igualmente en marcha otros puentes desde Cuzco, Arica y hasta Córdoba, para llevarlo todo: desde los trabajadores hasta las ganados. Lo increíble es que en la Villa Imperial de Potosí, próxima a la mina, vivieran a comienzos del siglo XVII 160.000 habitantes, de los que la mitad eran indios. En cuanto al oro, apareció generalmente en lugares bajos, en plena selva tropical. En Nueva Granada se hallaron algunas minas auríferas en Buriticá y Remedios, pero lo frecuente fue encontrar el oro de aluvión, arrastrado por las arenas de los ríos. Estos lugares insalubres solían estar habitados por indios insumisos o rebeldes, con los que no pudo contarse para las labores de extracción, recurriéndose por ello a los esclavos. Sus apoyos económicos configuraron también un desarrollo regional y hasta urbano.

La minería fue, quizá, la actividad más capitalista de la economía hispanoamericana y generó unos circuitos comerciales de largo alcance que la vincularon con Europa, de donde venía el utillaje de hierro, el azogue, el vino, los vestidos suntuosos, telas finas, etc. También creó unas tipologías señoriales, como los propietarios y arrendadores de minas, los comerciantes de plata (compraban la plata sin acuñar con descuento), los aviadores (que abastecían de mercancía y crédito a los mineros), etc. Pese a todo no fue plenamente capitalista, pues la Corona mantuvo un gran control sobre ella a través de los impuestos, los envíos de azogue y la regulación de la mano de obra obligatoria.